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domingo, 27 de febrero de 2022

Tres

 


Esta novela, de autor israelí, transcurre principalmente en Tel Avid, sin embargo no se refiere al Holocausto; no cita la guerra de 1948 o del Yom Kippur; no habla de la vida en el kibutz o de la complicada convivencia con los árabes. Sí es cierto que se clarea el Holocausto en algún momento, cuando el autor hace que un personaje esté escribiendo una tesis precisamente sobre el gueto de Lodz.

Salvo esta pequeña excepción, creo que Dror Mishani quiere destapar otro Israel, tan real como el de esos graves eventos. Con ciudades donde la gente se acerca a los cafés, sale a cenar, acude a la playa, disfruta de los parques; y, como nosotros –tan lejos en la distancia-, también programan viajes durante las fiestas –de un calendario judío-.

Esto me lleva a pensar que el mundo lo mueven los grandes personajes, los sesudos estadistas; pero por debajo de ellos, en las aguas más profundas,  viven, sienten, disfrutan, padecen, ganan o pierden personas que no son muy diferentes entre sí aunque habiten latitudes distantes. Lo que sí es cierto es que cada uno llevamos impresas las huellas de los diferentes territorios en los que nos acomodó la vida.

Tres tramos narrativos. Un relato rebosante de suspense, que resulta desolador en los dos primeros, pero que la sagacidad del primer detective, A., y el azar de un segundo llenan de luz la novela en el trecho final.

Tres mujeres, tres historias. ¡Qué próximas siento sus crónicas! Orna, Emilia o Ella podrían vivir en una ciudad cercana a la mía, pero residen a muchos kilómetros de aquí. No tendría demasiados problemas en encontrar concomitancias entre los vaivenes de sus vidas y muchos de mi entorno.

Son tres mujeres que en un momento de sus vidas buscan, necesitan, un nuevo abrigo. Orna se ha divorciado, Emilia ha tenido que emigrar, Ella está atorada en el estrecho túnel de su matrimonio.

Las tres tienen algo que las ata: conocen a Guil y depositan en él muchas de sus expectativas.

Sin embargo ese hombre les esconde demasiado de sí. Pero no solo él calla una porción de su filiación. Hasta las últimas páginas no van a desvelarse completamente las identidades escondidas.

Los personajes están llenos de matices, son retratos armados con la complejidad de la vida. Las mujeres tienen una profundidad psicológica que el autor no ha concedido a Guil.

Comienza Mishani dibujando un idilio que se descompone ante nuestros ojos y que acaba dejándonos un regusto muy amargo,  revela a continuación otra relación que nos abandona en la desolación. Y surge un tercer encuentro que se muestra totalmente imprevisto.

Es una novela difícil de prever. Son componentes vitales que según vayamos acercándonos al final se irán imbricando a través de las señales que el autor nos irá dejando bien dosificadas, y con las que un lector atento valorará la sorpresiva estructura narrativa. Una armadura literaria sorprendente.

Tres mujeres que rebuscan para hallar otros horizontes y se encuentran con una traba. 

Dror Mishani da voz a mujeres que no se dejan arrastrar, que desean explorar nuevos mundos, como muchos hombres, pero que en el caso de ellas se golpean contra esa primitiva organización social del patriarcado que solo vislumbran salida amparadas en el varón.

Situaciones muy actuales: las nuevas relaciones que surgen de una web de contactos, los hijos de padres divorciados, quién se encarga del cuidado de nuestros ancianos, las relaciones tóxicas.

Y, planeando por encima de todo, la soledad, un mal de nuestro tiempo.

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