EL ÚLTIMO BARCO
Domingo Villar
La desaparición de una
mujer origina una investigación
policial. Al principio las rutinarias gestiones dan un tono lento al desarrollo
de la trama: extensas descripciones pormenorizadas de lugares relacionados con
la ausente, pero ningún avance.
Pero de pronto me doy cuenta que estoy inmersa en la investigación, que soy un poco el inspector Leo Caldas, que toca ser paciente y dar tiempo para resolver el enigma. Los primeros pasos son tediosos y
descorazonadores, por repetitivos e infructuosos. Durante toda la novela me ato
a este inspector vigués, siguiendo todos y cada uno de sus movimientos. Veo lo
que ven sus ojos, sé lo que piensa.
En el heterogéneo mundo del género policiaco cada autor busca su voz particular, la
de Domingo Villar es hacerte uno con su
investigador: la frustración ante el error, su rabia cuando algo es injusto, esa
entrega paciente, el alivio ante un descubrimiento.
Todo sin exhibicionismos pirotécnicos, Leo Caldas es un
hombre moderado y tranquilo, que hace su trabajo sin estridencias; fumando,
fumando mucho. Estévez, su ayudante aragonés,
es un poco su contrapunto; resulta excesivo tanto en sus actuaciones como en su
enorme físico.
Domingo Villar ha buscado el homenaje a Vigo, la ciudad donde
nació y que se hace muy presente en la novela con sus calles, sus edificios, la
Ría; el clima.
A través de las entradas del diccionario que abren cada
capítulo, me recuerda al inspector Kostas Jaritos. Cuando él se hallaba perdido
con algún caso reflexionaba consultando definiciones de palabras que le
ayudaban a pensar.
Caldas cree haber encontrado al responsable de la
desaparición de Mónica Andrade y nos lo razona. Pero no es el único que tiene un
sospechoso, el padre de ella también tiene uno, Camilo Cruz, cuya única culpa es
que sufre una disfunción psicológica que le hace diferente: se refleja aquí, quizás, nuestro miedo al
distinto.
Pero nadie podría
imaginar quién es el auténtico culpable, no se descubre hasta las últimas líneas, en un
final verosímil y contenido, rebosante de tensión narrativa.