PEQUEÑO PAÍS.
Salamandra 2018
Gaël Faye
¿Los Hutus?, ¿los
Tutsis?; apenas un lejano recuerdo de aquellos terribles enfrentamientos
que nos sobrecogieron a todos en 1994 en Ruanda (11.000 muertos al día, 470 a
la hora). Pequeño país me los
ha acercado desde la mirada de un niño,
Gabi, que los vivió de cerca. El protagonista nació en Burundi y allí vivió su
infancia. Una niñez demasiado parecida a la de muchos de nosotros, a pesar de
las distancias.
Gabi es en cierta manera el alter ego del autor de la novela, el cantante de rap francés Gaël
Faye, hijo como aquel de francés y ruandesa, nacido también en Burundi.
Gabi huyó de la guerra que veía aproximarse en su país natal
tras el conflicto de Ruanda. Ya ha sobrepasado la treintena y ahora vive en
Francia. Una duda y una obsesión: volver
a su lugar de nacimiento. Algo le llama desde allí porque no sabe bien de
dónde es; ha crecido entre dos mundos.
Gabi nos transporta con palabras a su primera adolescencia
en Buyumbura: la escuela, como aquí; los amigos, como aquí; la familia, como
aquí; la guerra, tan distinta. En una ocasión, con su padre, hablaban sobre las
causas de los enfrentamientos entre Hutus y Tutsis. No era una cuestión de
territorios, ni de lengua, ni de religión; era por –aseguraba el padre- el
tamaño de la nariz, los unos tenían una nariz ganchuda y los otros chata.
El mestizaje del autor legitima su discurso: “Mi mestizaje
fue un motivo de desarraigo durante mucho tiempo. Ahora intento convertirlo en
una riqueza”, asegura Faye, que se muestra contenido en su relato, no cae en la
desmesura o el barroquismo: toma prestados los ojos del niño.
Hay una literatura que nos zarandea, que nos interpela y
descubre realidades que a veces pueden resultar lejanas en el espacio, pero que
están ahí, vividas por personas como nosotros, aunque con fisonomías
diferentes.
Gabi recurría a los
libros para escapar a todo aquel horror. Así se lo había enseñado su
vecina, dueña de esa enorme biblioteca que Gabi devoraba día tras día, cuando
la situación no le permitía salir a la calle, a su calle.
- ¿Ha
leído usted todos estos libros? Le pregunté.
- Sí.
Algunos varias veces, incluso. Son los grandes amores de mi vida. Me hacen
reír, llorar, dudar, pensar. Me permiten volar. Me han cambiado, han hecho de
mí otra persona.
- ¿Un libro
puede cambiarnos?
- Por
supuesto, ¡un libro puede cambiarte! E incluso puede cambiar tu vida. Como el
rayo. Y no se sabe dónde tendrá lugar el encuentro.