VERANO
EN ROJO
Berna
González Harbour
Una
novela policiaca clásica. Acabas de abrirla y ya aparece el primer
cadáver. Y a enseguida la investigación, llena de aciertos por parte de la
comisaria María Ruiz y de sus hombres. Y
ahí empieza también la narración clara y fluida de la autora.
González Harbour no se sale mucho del raíl más tradicional del
género: hallazgo de cadáver y comienzo de la actividad policial. Va
completando un puzle con piezas que proceden de las pesquisas de la policía y
de las investigaciones de un experimentado periodista.
Estamos en la España de
2010, la obra –como gran parte de las novelas
de este estilo - se convierte en el espejo que refleja la vida de ese
momento: suenan los goles del mundial; los periodistas sufren la crisis de los
diarios de papel; las madres pensionistas se ven obligadas a recoger en sus
casas a hijos que se quedaron sin trabajo. Y
un tema destaca por encima de todos: la pederastia dentro de la Iglesia
Católica.
La novela policiaca en
general se llena del momento histórico que la ve nacer, por eso es una buena crónica de nuestro tiempo.
El
desenlace es vertiginoso, es una conclusión dinámica y vivaz, y también
poco creíble, demasiado artificioso.
Los
personajes están
estereotipados. La autora se permite una pequeña desviación del canon
(frecuente por otro lado), la comisaria es una mujer. Sin embargo creo que no
acierta cuando en el trato con sus
subordinados utiliza improperios y rudezas, yo diría que imitando al tópico
policía varón. Una mujer en un puesto habitual de hombre debería encontrar su
propia voz.
Calla un secreto personal, que
en las últimas páginas se descubre: sobra el tono Corín Tellado bañado de erotismo.