Buscar este blog

domingo, 19 de enero de 2020

La playa de los ahogados



El mundo de Leo Caldas empieza a resultarnos familiar después de las tres novelas que Domingo Villar ha escrito con este policía como protagonista. La playa de los ahogados  es la segunda del autor vigués.  
Una mañana de otoño un cadáver aparece en una playa de Panxón, a pocos kilómetros de Vigo. Se trata de un vecino del pueblo;  todos piensan en un suicidio, el Rubio se mostraba muy taciturno en los últimos tiempos. Pero Caldas duda, llevaba las manos atadas y el lugar en el que aparece el nudo hace pensar en un asesinato, él solo no hubiera podido hacer esa atadura.  Caldas empatiza con la hermana del muerto y confía en sus declaraciones, le asegura que su hermano nunca se habría quitado la vida, mientras su madre estuviera aún viva. Jamás le habría causado ese daño. Definitivamente la opinión del forense Guzmán Barrio convertirá el suicidio en un caso de asesinato.
Caldas con su meticulosidad habitual se dispone a meterse dentro de los hechos hasta el fondo y, de camino, nos arrastra con él en la investigación y hacia el interior de los corazones de los protagonistas.
El inspector no está solo en sus pesquisas: dirige con mano firme un sólido equipo compuestos por Clara Barcia y Ferro; y por supuesto cuenta con la asistencia de su peculiar ayudante: Estévez, un aragonés que no acaba de entender a los gallegos.
Como si se tratara de ir abriendo las famosas matrioskas que van descubriendo nuevas muñecas más pequeñas dentro de las primeras, Leo Caldas va revelando nuevos casos detrás del asesinato de Justo Castelo, el Rubio. 
El imaginario gallego se revela detrás de los amuletos que llevaba el muerto encima. El fantasma del capitán Sousa había venido a desconcertar sus últimas semanas de vida.
Unos diez años atrás, en 1996,  el fallecido y dos jóvenes marineros del pueblo sufrieron un naufragio junto a este oficial, Sousa, que fue el único que desapareció. Es difícil indagar para Caldas cuando las bocas de los supervivientes están selladas por un miedo impenetrable.
En un periódico de esa fecha Caldas descubre la desaparición de una persona en la zona de la costa más próxima al hundimiento. Ahondando en las circunstancias conseguirá unir todos estos acontecimientos hasta dar con la respuesta definitiva al caso, en una trama fuertemente cohesionada. Como en un juego con los lectores, nos va dejando algunos sospechosos entre las páginas de la novela, antes de mostrar al verdadero culpable justo al final.
El envoltorio de La playa de los ahogados está hecho de la geografía física y gastronómica absolutamente reconocible del área de Vigo, con el mar como referente. Está hecha también de muchos ecos de autores de novela policiaca.  Aunque también está cubierta con una red de personas que constituye un nudo humano de peso: entre otros el padre de Caldas, que ha encontrado en la viticultura una salida a su desesperanza; Alba, la expareja del policía, de la que huye porque rechaza el compromiso, pero a la que está ligado de forma radical; y el propio Caldas, tan enigmático.  Calza en la novela unos zapatos que no son los apropiados para visitar las tierras de su padre, tampoco son los más adecuados para salir a navegar cuando lo invitan a dar un paseo en barco: no es un hombre ni de tierra ni de mar.
Asegura Domingo Villar que si la novela policiaca triunfa es porque da respuestas precisas, las necesitamos cuando estamos rodeados de incertidumbres.
Comparto esta idea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario